Nacido “por accidente” -como él dice- en Charata, Chaco, este santiagueño es un apasionado de su trabajo. Su afición por la fabricación de cuchillos comenzó desde pequeño a manera de hobbie, precisamente, en el campo, en el monte, ese que frecuentaba por su otra gran atracción, la cacería. Apasionado de la naturaleza, de los animales y de la vida simple.
“Una vez conseguí en el campo un machete viejo de buen acero y me hice un cuchillo para mí, y de ahí empecé a hacerle a algunos amigos y a compañeros de cacería”
Egresado de la Academia de Bellas Artes y de profesión Dibujante Técnico Proyectista, dice: “cuando volvía del trabajo me metía en mi taller a crear y buscar modelos. Trabajaba en distintas partes del país como empleado estatal, como personal en movimiento, y cuando volvía me encerraba y ya no quería salir”. Fue a los 45 años cuando se decidió a vivir de este trabajo, cuando se retiró. “Lo que empezó como hobbie ahora es mi pasión”. Raúl trabajó 27 años en una empresa estatal hasta que un día llegó el retiro voluntario y junto a su mujer decidieron lanzarse en la cuchillería. “Con la plata del retiro voluntario pude abrirme el taller y comprarme algunas máquinas, todas de uso manual. Cuando recién empezamos con esto fue realmente duro, con cinco hijos, la casa y los materiales que necesitaba se hizo difícil”, cuenta.
Su taller y local se encuentra frente al Paseo Alvear entre calles Perú y La Plata, donde destina todo su tiempo en compañía de su mujer y co-equiper, a la pasión por conseguir puñales a base de un proceso rústico y ciento por ciento manual. Emulando los trabajos más antiquísimos, Bértoli tiene la capacidad de lograr el encanto de lo realmente artesanal combinado con la mejor calidad de materiales.
“La cuchillería, desde el corte del acero en crudo, hasta el formato y el desbaste” (el tratamiento para darle filo), en eso consiste el trabajo de Bértoli. La realización de cada cuchillo le insume entre tres y siete días, donde su circuito laboral se sintetiza yendo del horno a una mesa-escritorio donde están expuestos pedazos de acero y distintas piezas. Las empuñaduras, son muy importantes pero no tanto como las hojas, son talladas con mucho cariño en distintos materiales exóticos. Particularmente Raúl trabaja mucho en cuchillos para cacería, por ello tiene que buscar materiales resistentes para los mangos. “Mucha madera norteña, en diferentes durezas y por la belleza de las vetas. También astas de ciervos, cuernos de antílope de la India, cuernos de búfalos, entre otros”. Los topes se pueden hacer de oro, plata o bronce. Su esposa, quien lo acompaña en sus tareas es la encargada de hacer las fundas y las vainas en distintos cueros.La confección de cuchillos distintivos se obtiene de “la sutil combinación entre creatividad y oficio conjugado, a menudo, con los requerimientos de sus clientes”.